Seis años atrás, Ginny Hamilton había puesto fin a su compromiso con Oliver Marsden al pensar que tenía una aventura. De modo que, cuando Oliver «compró» a Ginny en una subasta con fines caritativos por mil libras esterlinas, ésta tuvo motivos para sentirse alarmada.
Pero él aún la quería en su cama, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera para conseguirla. ¡Aunque tuviera que casarse con ella!.
La proposición de matrimonio que le hizo Oliver sin duda representaba una solución a los problemas de Ginny; la muerte de su padre la había dejado sin un centavo. Pero, ¿podía considerar casarse con un hombre que no lo hacía por amor, sino por deseo?
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